Rayuela capitulo 68

"Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes. Cada vez que él procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en un grimado quejumbroso y tenía que envulsionarse de cara al nóvalo, sintiendo cómo poco a poco las arnillas se espejunaban, se iban apeltronando, reduplimiendo, hasta quedar tendido como el trimalciato de ergomanina al que se le han dejado caer unas fílulas de cariaconcia. Y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella se tordulaba los hurgalios, consintiendo en que él aproximara suavemente sus orfelunios. Apenas se entreplumaban, algo como un ulucordio los encrestoriaba, los extrayuxtaba y paramovía, de pronto era el clinón, la esterfurosa convulcante de las mátricas, la jadehollante embocapluvia del orgumio, los esproemios del merpaso en una sobrehumítica agopausa. ¡Evohé! ¡Evohé! Volposados en la cresta del murelio, se sentían balpamar, perlinos y márulos. Temblaba el troc, se vencían las marioplumas, y todo se resolviraba en un profundo pínice, en niolamas de argutendidas gasas, en carinias casi crueles que los ordopenaban hasta el límite de las gunfias."



miércoles, 15 de septiembre de 2010

Julio Cortazar "Rayuela"


Carta de enamorados lenguaje Giglico
Apenas el retocaba el timbre, a ella se le desbordaba el corazón y atardecían en piedras, en salvajes látigos, en latidos violentos. Cada vez que el intentaba visitarla, las palmas se congregaban en un nido quejumbroso y tenían que protegerse de la tempestad, sintiendo como poco a poco las nubes se amontonaban, ase iban juntando, enfervorizando, hasta quedar oscuro como el cielo del Apocalipsis al que se han dejado caer unos espectros de otro mundo. Sin embargo, era apenas el principio, por que en un momento dado a ella se le olvidaban los miedos, consistiendo en que el tomara usualmente su mano.
Apenas se veían, algo como un espíritu los ataría, los magnetizaba y apasionada, de pronto era el ciclón, las calles enloda, la vereda resbaladiza del norte, los truenos del ocaso en una tormenta sobrenatural , !Tormenta! !Tormenta! !Amantes en la plaza del pueblo, se sentía vociferar, viejecitos y niños temblando el horizonte, se vencían las columnas, y todo se disipaba en un profundo silencio, en oleadas de uspendidas gasas , en quietudes casi milagrosas el siguiente encuentro.

                                                                    Equipo Ana Paola Rosales Del Valle y Yessica Iglesias Romo.





Apenas el le declamaba el poema, a ella se le agitaba el corazón y caían en murmuro las lagrimas , en salvajes caricias y excitantes suspiros . Cada vez que el intentaba retener las fuerzas de amarlo, se enredaba en un gemido exagerado y tenia que volver la cara atrás, sintiendo sus piernas desmoronarse; de nuevo frente a frente, se iban acercando, suplicando amor, hasta quedar flotando como el aire de la pasión, al que se unieron, con unas gotas de cariño. Y sin embargo, era apenas el inicio porque en un momento dado ella se relajaba en angustia, permitiendo que el se acercase con suavidad su masculinidad.
Apenas se entrelazaban, digo como una fuerza mayor los incitados, los extra exaltaba y los paralizaba a la vez de pronto… el clímax, la máxima expresion de placer, la jadeante entrega del amor. Mas ! Mas! Posados en el éxtasis, perdidos y maravillados, en las sabanas de blanco satín, en caricias de fuerte pasión , se sentían hasta el limite de sus energías de enamorarse, y nunca morir.
Equipo: Juana María Pacheco Hernández
Rosa Alejandra Murillo Tinoco
Brenda Guzmán Vega.




El giglíco de Cortázar
Apenas el le recitaba el poema, a ella se le agolpaba el sentimiento, y caían en caricias, en salvajes gozos en gemidos exagerados. Cada vez que el procuraba reclamar las piernas, se enredaba en un abrazo quejumbroso y tenia que acomodarse de cara al pene, sintiendo como poco a poco las piernas se separaban, se iban excitando, aflojando, hasta quedar tendido como el ser de sentimientos al que se le han dejado caer unas células de amor.
Y sin embargo era apenas el principio por que en un momento dado ella se acariciaba los senos, consintiendo en que el aproximara suavemente sus testículos apenas se penetraban, algo como un gemir los impulsaba, los excitaba y elevaba de pronto era el orgasmo, la excitaba estimulada de las caricias, la calida expresión del orgasmo los orgasmos de la eyaculación en una sumisa pausa !me vengo! !me vengo! Excitado en la cama del pecado se sentía satisfecho, perdido y cansado. Temblaba el pene, se vencían los músculos y todo se resolvía en un profundo besos, en caricias de bastante sentimiento, en caricias casi crueles que los llevaba hasta el limite de las pasiones.
Por Ismael Reyes Navarro.
Apenas el le declamaba el poema, a ella se le aceleraban los latidos y caían frenéticos, en salvajes amoríos, en profundos suspiros. Cada vez que el le procuraba sanar las cicatrices, se enredaba en un ardoroso dolor y tenia que apartarse frente a su amada, sintiendo como poco a poco las heridas se profundizaban, se iban acercando, redimiendo hasta quedar tendidos como tapete de lirios al que se le han dejado caer unas gotas de roció.
Y sin embargo era apenas el principio, por que en un momento dado ella se desnudaba los sentimientos, dejando que el se aproximara suavemente sus labios. Apenas se acariciaban y mantenían unidos, de pronto era un ciclón, las estrepitosas olas de marea, el palpitante soplar del viento, las constelaciones en marcha de una galaxia inquieta. !ya por fin reposando en la cima del monte, sentían amarse, confiados y tranquilos. Temblaban sus corazones volaban las mariposas y todo se transformaba en un profundo sueño, en la mas dulce eternidad, en caricias casi crueles que los arrastraba hasta el limite de la cordura.
Equipo: Cruz Aceves Hiyliana
Hernández Macias Miriam Carolina
Labeaga Godinez Ingrid Guadalupe.

 


Apenas el le acariciaba el cuerpo, a ella se le subía la sangre y los dos caían en un abrazo, con salvajes movimientos y suspiros agitados. Cada vez que el intentaba sentir su cuerpo se enredaba en un grito quejumbroso y volteo la cara de frente sintiendo poco a poco como su piel se desplegaba, se iba convulsionando hasta quedar tendido como una marioneta de madera al que le han dejado caer unas gotas de estupor . Y sin embargo era paneas el principio por que en un momento dado ella se mordía los labios consintiendo que el aproximara suavemente. Apenas se abrazaban, algo como un huracán los envolvía, los presionaba, los revolcaba, de pronto como un ciclón, la convulsionaba furia de los vientos, la jadeante exaltación de la pasión y el estruendo del máximo placer para luego caer en la nada. sentados ya al borde se sentía el mar, las nubes, y el viento. Tiembla el cuerpo . Vencían el cansancio y todos daba vueltas como en torbellino, con abrazos largos, caricias crueles que llevaban hasta el limite del agobio.
Equipo:
Estrada Lizeth España
Rocio Serrano
Ana María Godinez
Adriana González
 


Apenas el le recitaba el poema, a ella se le estremecía el corazón y caían en pasiones, en salvajes caricias, en suspiros desesperantes. Cada vez que le besaba el cuello, se entregaba en un suspiro apasionado y tomándola de su rostro con caricias al amado, sintiendo como poco a poco las rodillas se le estremecían, quedando cuerpo a cuerpo, quedando unidos los amantes cayendo en un beso apasionado, e y esto solo era el comienzo, estando ella totalmente enamorada, esperando que el acercara sus labios suavemente a los suyos. Acercando sus cuerpos, sabiendo que no podrían estar unidos, por un gran temor, entonces reaccionando, regresándoles las fuerzas a sus cuerpos, nuevamente envolviéndose en la pasión, en caricias y besos incontrolables, envueltos en suspiros y extasiados de amor . !Amada! !Amada! Murmurándole al oído, se sentía ilusionada, enamorada y amada. Temblándole el corazón, sucumbía en sus deseos y todo se les olvidaba por su profundo amor, entregándose por completo a su pasión, cayendo en un profundo éxtasis de caricias y besos que los llevaba a rebasar el limite del su eterno amor.
Equipo: Luis Humberto Velazquez Zuñiga, Cesar Uriel Orozco Ortiz
Saúl Rubén González García ,
Juan Manuel Esquivias Farias

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