Rayuela capitulo 68

"Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes. Cada vez que él procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en un grimado quejumbroso y tenía que envulsionarse de cara al nóvalo, sintiendo cómo poco a poco las arnillas se espejunaban, se iban apeltronando, reduplimiendo, hasta quedar tendido como el trimalciato de ergomanina al que se le han dejado caer unas fílulas de cariaconcia. Y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella se tordulaba los hurgalios, consintiendo en que él aproximara suavemente sus orfelunios. Apenas se entreplumaban, algo como un ulucordio los encrestoriaba, los extrayuxtaba y paramovía, de pronto era el clinón, la esterfurosa convulcante de las mátricas, la jadehollante embocapluvia del orgumio, los esproemios del merpaso en una sobrehumítica agopausa. ¡Evohé! ¡Evohé! Volposados en la cresta del murelio, se sentían balpamar, perlinos y márulos. Temblaba el troc, se vencían las marioplumas, y todo se resolviraba en un profundo pínice, en niolamas de argutendidas gasas, en carinias casi crueles que los ordopenaban hasta el límite de las gunfias."



martes, 14 de septiembre de 2010

La Maga y el erotismo Gliglico
Apenas el le Leia el poema, a ella se le agolpaba el corazón y caían presos en salvajes deseos en suspiros exasperantes. Cada vez que el procuraba decirle las estrofas, se enredaba en un suspiro quejumbroso y tenia que envolverse de cara al otro, sintiendo como poco a poco las almas se estremecían, se iban juntando, consumiendo, hasta quedar tendido como el loco de amor al que se le han dejado caer unas gotas de caricias consientes. Y sin embargo era apenas el principio , por que en un momento dado que ella se mordía los labios consintiendo que el aproximara suavemente su cuerpo. Apenas se tocaban , algo como un susurro los excitaba, conjugaba y conmovía de pronto era el clímax, la reacción convulsionante de las almas, la jadeante desembocadura del orgasmo, los premios del espasmo en una sobrehumana pausa. !Dios ! !Dios! Reposados en la cima del murmullo, se sentían cansados, satisfechos y enamorados. Temblaba el cuerpo, se vencían las marionetas, y todo se resolvía en un profundo placer en colchas tendidas rosas, en caricias casi crueles que los llevaban hasta el limite de la locura.
                                                                                               Equipo: Jesús González Santiago
                                                                                                Luz María Cristina Flores Galván
                                                                                                 Noemí Elizabeth Guzmán Flores.

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